La materia es escultórica como ya hemos osbervado tiene una fundición en bronce. Mide 1,82 centímetros apróximadamente. Si utilizamos nuestro propio dedo y la cabeza del auriga como referencia, la escultura medirá unas ocho cabezas más o menos. Sus ojos son incrustaciones de vidrio, los labios están recubiertos por finas láminas de cobre que ofrecen un contraste con el resto de la cara. La diadema que sujeta el cabello del auriga también está recubierta por láminas de plata.En cuanto a la forma se trata de una figura de bulto redondo, de formas algo rígidas, de líneas verticales, horizontales y algunas curvas.
La imagen está aislada y su composición muestra un punto de vista frontal, con el brazo derecho estirado hasta la mitad y en la mano de ese brazo parece sostener lo que serían las riendas del carro de caballos. No se conserva el otro brazo pero suponemos que sería prácticamente simétrico y la imagen nos transmitiría la sensación del auriga conduciendo el carro de carreras. El cuerpo está frontalmente situado, tiene la cabeza ligeramente girada hacia la derecha y la mirada fija algo más abajo. El pie derecho está fijo en el suelo y mirando al frente, el otro está suavemente girado hacia el lado izquierdo.
La parte superior de la pieza está mucho más cuidada en su realización, con una sucesión de pliegues demasiado rectilíneos y paralelos, pero que demuestran la tendencia general al mayor dinamismo, pues están tratados con gran minuciosidad y alternan los ritmos verticales y horizontales, por el contrario la parte inferior está trabajada con menos detalle, porque originalmente estaría tapada por el propio carro de caballos.
El cabello corto y simple, se trabaja con naturalismo y con una diadema (plateada) sencilla. Su rostro sereno denota todavía una cierta inexpresividad arcaica, pero también preludia una belleza clásica, lejos ya del peinado y de las facciones de los kuroi. Aún con todo, la expresión sigue en ese marco de idealización, ahora más patente si cabe, al no existir conexión entre la acción real y la expresión. A pesar de ello, se trata de un semblante amable, transmisor de una sensación de calma y serenidad que está ya en la línea de armonía idealizada que caracteriza la escultura clásica.
La escultura fue descubierta en el año 1.896 en el santuario de Apolo de Delfos y en la actualidad lo encontramos en el museo arquitectónico de Delfos. El auriga de Delfos perteneció a un grupo del que solo se han conservado esta figura, fragmentos de un caballo y un pequeño esclavo que acompañaba al auriga en el carro aunque su exposición es individual.
Todas estás características realizadas por un autor desconocido nos dejan ver como eran los "jinetes" de la época griega. Las carreras de aurigas erán grandes pasatiempos para el pueblo y nos indica como era el ocio del pueblo griego.